La industria peletera supone la explotación y muerte de millones de animales, que viven encerrados en pequeñas jaulas en condiciones antinaturales, hasta que alcanzan el tamaño suficiente para ser matados. Estos son algunos ejemplos:
Las industrias los mantienen en jaulas de 40x50 cm. por lo que sólo pueden darse la vuelta pero no pueden dar ni un sólo paso. Gracias a la genética aplicada, los
criadores han conseguido ejemplares negros, blancos, grises y azulados pero estas mutaciones han dado lugar a deformaciones y taras. Así, el visón blanco (Hedlund White) es completamente sordo.
Peor aún: El estrés del cautiverio les vuelve locos y suelen autolesionarse y comerse a sus crías.
Finalmente, las hembras son manipuladas para ser más fecundas y producir más camadas. EL resultado es que el 20% de las crías mueren. Además el visón americano es considerado una especie invasora que
ha provocado graves daños en el ecosistema debido a sus escapes o sueltas intencionadas.
- Retorcerles el cuello manualmente.
- Asfixiarlos, encerrándolos en una caja e introduciendo monóxido de carbono. Esta es una muerte lenta que dura 30 minutos.
- Inyectarles un narcótico directamente en el corazón (esperando acertar a la primera).
- Asfixiarlos poniéndoles una lata en el hocico hasta ahogarlos.
El zorro tiene un territorio de caza de 20 a 50 Km2 pero en una granja sólo dispondrá de una jaula de malla metálica de 0´6 m2. Estas condiciones tan contrarias a su naturaleza provocan tanto estrés en estos animales que muchos se niegan a comer, dan vueltas incesantes, e incluso, llegan a comerse el rabo hasta el hueso.
Estas técnicas para matar a los zorros se utilizan para no dañar la piel.
-Se cuelga al zorro del cuello con un gancho. Se le introduce un electrodo en la boca y otro en el ano con una barra metálica que suele atravesar las paredes del intestino. Después se le electrocuta.
-Se cuelga al zorro boca abajo y se le golpea en la cabeza con un mazo.
-Se recurre a la larga agonía del monóxido de carbono.
Para aumentar las camadas utilizan las manipulaciones hormonales. Con una descarga eléctrica se consigue semen del macho que será inyectado en las trompas de la hembra.
Convertidos en máquinas reproductores, los animales sufren un total desequilibrio y descalcificación. Además, en animales como la chinchilla pierden sus dientes y después de múltiples camadas se les mata.
Esta piel procede de las crías de sólo 2 días de las ovejas de Afganistán. Se les corta la garganta y, cuando aún están vivas, se les arranca la piel empezando por la
pata trasera. Se le introduce después una caña de bambú en la que se sopla con el fin de que la piel se despegue mejor. El animal deformado, sigue moviéndose.
Cuando la oveja madre llega a los 3 años y estando preñada se le saca el embrión que es igualmente asesinado.
Para un abrigo de astrakán, hacen falta 35 ejemplares. En un año, la industria peletera sacrifica a más de 30 millones de corderitos.
¡Todo un récord sangriento!
Cada año, cientos de miles de focas, de entre 12 días y 12 meses de edad, mueren a golpes para que su preciada piel llegue al mercado occidental.
En el año 2001, un equipo independiente de veterinarios vigiló la matanza de focas de Canadá. Su informe fue horroroso: concluyó que en el 42% de los casos, la foca no presentaba evidencias de daño
craneal suficiente no ya para estar muerta, sino ni siquiera insconsciente, en el momento de despellejarla.
Casi el 95% de las focas muertas a golpes durante los últimos cinco años, tenían menos de tres meses de edad. En el momento de realizar esta carnicería horrorosa, muchos de estos bebés indefensos ni
siquiera han comenzado a comer alimento sólido ni han tomado el primer baño en el mar. Literalmente, no tienen ninguna escapatoria ante los "cazadores".
Los vídeos y fotografías ponen en evidencia de forma incontestable cómo los cazadores arrastran por el hielo con los bicheros a bebés vivos y conscientes, pegándoles un tiro y abandonándolos para
agonicen allí tirados, incluso los despellejan vivos.
A principios de la temporada, los cazadores utilizan una porra o una especie de pico grande para el hielo para matar a golpes a los bebés. En los meses posteriores,
los cazadores usan el rifle contra bebés y adultos.
En el año 2001, un informe de un equipo independiente de veterinarios que estaba invitado por la IFAW para observar la cacería, concluyó que las normas gubernamentales para que la matanza fuera
"humanitaria" ni se habían respetado ni se habían hecho cumplir, y que la cacería vulneró las leyes básicas canadienses sobre bienestar animal. Los veterinarios indicaron que al menos un 40% de los
animales había sido despellejados estando vivos y conscientes.
El negocio de las pieles no sólo utiliza animales criados en granjas. También recurre a animales capturados mediante trampas en las cuales la presa suele intentar liberarse royendo y rasgando su miembro aprisionado. Ningún animal se libra de tan cruel persecución en la que caen también otras especies como perros, gatos o ardillas que el trampero mata por considerarlos alimañas. Aunque el tratado de Washington/CITES prohíbe la importación de animales en extinción, pagando un buen precio, se consiguen abrigos hechos a base de estas pieles. Esta es la mafia de las trampas mantenida por el sucio negocio de las pieles.